"Si tus fotos no son buenas, es que no te has acercado lo suficiente".
Robert Capa
Así empieza este documental que gira en torno a la figura del fotógrafo norteamericano James Nachtwey. Dirigido por Christian Frei, el documental estuvo nominado al Oscar en 2002. La cinta nos muestra el duro trabajo que tiene que llevar a cabo Nachtwey. En algunas ocasiones, para mi, roza los límites de la ética y la moral de la fotografía. Por ejemplo, hay momentos en los que toma fotos a escasa distancia de madres que lloran la muerte de sus hijos en la guerra de Bosnia. También hay que destacar la humildad y complicidad que tiene el fotógrafo con las víctimas, respetándolas en todo momento, pasando casi desapercibido para ellas. Para él la guerra es una ocasión especial donde lo anormal se convierte en normal. Él simplemente realiza su trabajo con el máximo respeto posible. Su objetivo es cambiar el mundo en la medida que sea posible, por ello quiere mostrar a la humanidad la barbarie que se comete en las guerras. Además de este capítulo, también se interesa por los países donde la hambruna es muy importante. Hay algunas imágenes que producen un impacto brutal. También me emocionó bastante aquel padre, que con un brazo y una pierna amputadas, hacía todo lo posible para ayudar a su familia (escena donde lava a su hijo a la orilla del río, magnífica). Nachtwey también recoge los testimonios de personas que trabajan en minas de sulfuro en Indonesia, sufriendo él mismo las consecuencias de aquel trabajo infernal.
Personalmente el documental me impactó muchísimo, dándome la oportunidad de conocer las reflexiones que pasan por la cabeza de Nachtwey en aquellas situaciones. Yo valoro especialmente el trabajo de este fotógrafo por el riesgo y la peligrosidad, consiguiendo, a pesar de ello, fotografías impresionantes. Para conseguir esto tiene que rebasar ciertas barreras que yo no sería capaz de plantearme. Recomiendo a todo el que lea este artículo que vea la cinta porque no te dejará indiferente y cambiará la forma en que ves las cosas. Para terminar me despido con una reflexión de Nachtwey que me parece interesante:
"Lo peor es que, como fotógrafo, me
aprovecho de las desgracias ajenas. Esa idea me persigue todos los días,
porque sé que si algún día dejo que mi carrera sea más importante que
mi compasión habré vendido mi alma. La única manera de justificar mi
papel es respetando a aquellos que sufren. La medida en la que lo logro
es la medida en la que se me acepta, y en la que yo mismo puedo
aceptarme".
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